“México, el peor país para ser mujer”, se lee en la pantalla. El mensaje aparece, por aquí y por allá, en los titulares de los principales periódicos del país. Pareciera una nota amarillista y malintencionada, pensada para ahuyentar turistas ingenuos; sin embargo, las más de 64 millones de mujeres que habitan en nuestro país, saben que es verdad. Sí, lo es, porque cada día deambula con tristeza el fantasma de nuestras hermanas. Sí, porque nos invisibilizan, nos dejan olvidadas. De ahí que queramos leer narrativas que hablen de nuestra realidad; queremos vernos retratadas en las letras contemporáneas. Y por eso, cuando supimos que Stay Curious tendría la oportunidad de organizar un evento con Dahlia de la Cerda, nuestro entusiasmo fue infinito. “¡Habemus presencia de Dahlia!”. Stickers de aplausos, niños dioses y hámsters antipatriarcales recibieron la noticia. Sabíamos que la organización detrás de esta experiencia sería única y llena de retos para el equipo directivo de Stay Curious Club, pero valdría la pena.
Dahlia de la Cerda es una autora con una gran potencia para indagar en las oscuridades barrocas de la inmediatez no siempre interrogada de lo humano. Originaria de Aguascalientes, su obra se ha convertido en un fenómeno literario en nuestro país. Ha sido dos veces becaria del Fonca y del Programa de Estímulo a la Creación y Desarrollo Artístico. Ganó el Premio Nacional de Cuento Joven, y es autora de dos libros: Perras de Reserva y Desde los Zulos. Además, es autora del pódcast “Escribe como Morra”, y codirectora de la colectiva feminista “Morras Help Morras”.
El nerviosismo sobre cómo se iba a organizar este encuentro era evidente, más no hay nada en este mundo que no se logre con la ayuda, el entusiasmo y la participación sorora de las chicas de Stay Curious. Empezamos por acordar la lectura del libro Perras de Reserva, en el club mensual de lectura. Esta actividad sería nuestra puerta de entrada para conocer el vital universo literario de Dahlia, y empaparnos de su estilo audaz y provocador.
Perras de Reserva es una recopilación de cuentos realmente desgarradora y vibrante que retrata una diversidad de incidentes que sufren sus protagonistas. Desde princesas del narco e influencers, hasta sanadoras del alma y reinas del amarre, todas nos cuentan su historia, con un estilo directo, sin tapujos ni medias tintas. Aquí no hay zonas grises donde refugiarse. El libro manda un mensaje contundente sobre los diferentes escenarios de violencia de género que se viven en nuestro país. Triste realidad que se ve reflejada en el destino de sus protagonistas, que desde la periferia sobreviven —o no — a sus implacables destinos. Feminicidios, suicidios, depresiones, una esperanza, un adiós; todas ellas realidades ocultas o ausentes para la mirada conservadora de nuestra sociedad.
La mayoría de las participantes del club leyeron Perras de reserva con entusiasmo, compartiendo las impresiones que tenían durante su lectura. Sensibles a cada una de las narrativas, nos confiaron qué cuento les había impactado más o con qué personaje se sentían más identificadas. Fue notable que la mayoría de las chicas, sintieron una gran empatía con Regina, una de las protagonistas del libro.
A la par de la lectura, las chicas de Stay Curious iban preparando todo para el evento. Fueron semanas de organización, en donde el más mínimo detalle era importante: desde el scouting para revisar el lugar del evento, hasta mandar a imprimir stickers y otros artículos conmemorativos para la ocasión. Y entonces, llegó el momento de brillar.
El 22 de julio del 2023, Stay Curious Club extendió la invitación para congregarnos en el Museo Franz Mayer y asistir al conversatorio de Dahila de la Cerda. Unas 50 asistentes esperaban con ansias poder conocerla y saber más sobre su trayectoria como escritora. Fue una sorpresa escucharla. Su calidez contrasta con la imagen temeraria que uno se construye a partir de sus letras. Es evidente que detrás de esa cálida sonrisa hay una mujer que busca sensibilizar a nuestra sociedad sobre diversos temas feministas.
Sus primeras palabras fueron las de una amiga, aquella que casualmente te cuenta cómo le fue en su viaje, qué tal se siente y lo feliz que se encuentra de estar en tu compañía. Lejos de las fórmulas ya conocidas de la comunicación académica, Dahlia comenzó este bello encuentro acercándonos a su persona, hablándonos con camaradería sobre cómo fue la transición que va de vender en un tianguis hasta llegar a dedicarse a la literatura y, en ese camino, encontrar su propia voz en un mundo de historias que buscar reivindicar la narrativa femenina.
Se pensaría que con el talento de Dahlia, las opciones para poder publicar y abrirse camino en el mundo literario habrían sido inmediatas y accesibles, sin embargo, al igual que cada mujer de la periferia, de una u otra manera, fue víctima de diversos prejuicios. Dahlia nos habla del síndrome de la impostora, de la falta de reconocimiento y visibilidad a las escritoras emergentes, de las sobrepasadas exigencias que nos impone la sociedad. “No hubo una sola persona que me dijera, sí, escribe de las resistencias, de las violencias que viven las mujeres y será un librazo….no, a mí todo mundo me dijo ‘no escribas de eso’…”, nos cuenta Dahlia, para ejemplificar que las narrativas femeninas, emanadas de una realidad agreste, no son del todo bienvenidas.
“Me decían que estaba de moda hablar de feminicidios, como si una problemática social fuera una moda…”, nos cuenta con indignación, exhibiendo así la cruenta banalización de la violencia hacia las mujeres; violencia que, lejos de reducirse a una nota roja más, perdida entre los periódicos amarillistas que se leen en el metro cada mañana, constituye un problema tangible, real, presente en cada espacio de nuestro país.
Las estadísticas muestran que la violencia sistemática contra las mujeres es alarmante. Según el Centro Nacional de Información de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, 112 mil 300 mujeres fueron víctimas de agresiones en nuestro país durante el 2022. Nombres como Berenice, Debanhi, Luz Raquel, Lesvy y Natalie, nos erizan la piel y se van quedando como un lúgubre recuerdo de que las soluciones para brindar seguridad y protección a las mujeres es insuficiente o de plano inexistente. Los feminicidios en nuestro país continúan sin parar hasta el día de hoy. Sin embargo, los medios de comunicación, afectos a la lógica de la mercadería informativa, comienzan a “aburrirse” del “espectáculo”, mientras nosotras seguimos exigiendo justicia.
“¿De verdad nadie quiere leer sobre esto?”, nos pregunta Dahlia, mientras las asistentes nos cuestionamos lo mismo. “Las mujeres necesitamos leer historias sobre lo que nos pasa, pero contadas desde nuestra perspectiva, no desde una mirada masculina o hegemónica”, continúa diciendo Dahlia. Y es verdad. Conocemos el nombre de Homero, como el del primer gran poeta del mundo antiguo, pero jamás escuchamos nombrar en los libros de historia a Enheduanna.
La plática con Dahlia continua y entre cada uno de sus comentarios las risas de pronto nos asaltan. Dicen que el humor puede desempeñar distintos papeles en nuestra sociedad, pero uno de ellos, quizás el más importante, es transformar el dolor en una experiencia de liberación. En cada minuto de la charla, Dahlia nos comparte cómo ha sido adaptarse a su nueva vida. Cómo era antes de que ganara la beca, qué expectativas tenía, qué situaciones de exclusión y discriminación ha padecido. Pero la sonrisa nunca se le desdibuja. Es inevitable soltar una que otra carcajada cuando la escuchas platicar con tanta naturalidad sobre los avatares de la vida diaria y sus contrastes con el mundo académico. “A mi familia no le importa nada la literatura”, nos dice de manera casual, para ilustrar la transformación que implicó pasar de ser una chica ordinaria a una rockstar de las letras mexicanas.
Sincera y honesta, Dahlia nos comparte algunas anécdotas relativas al método de investigación “etnográfico” que emplea para escribir sus cuentos: detrás de la construcción de cada personaje hay personas reales. Gran labor de escritura con una fuerte dimensión antropológica que le permite llevar el testimonio más allá de los límites de la ficción. Pienso un poco en Elena Poniatowska, en Rosario Castellanos, en Amparo Dávila, quienes se iban a las comunidades relegadas, con el “pueblo”, y entrevistaron gente, no sólo para indagar sobre sus vidas, sino por un genuino deseo de que la voz de los otros fuera escuchada por medio de la literatura. Dahlia, quizás de manera involuntaria, es discípula de estas grandes escritoras, todas ellas con un gran impacto en la cultura de nuestro país, autoras de un imprescindible legado emanado del cruce entre periodismo y literatura.
Cada minuto que pasa, las asistentes nos vamos congregando en una hermandad, dirigida por la liviandad de Dahlia y la manera tan cálida de dirigirse a nosotras. La alegría de escucharla y sentirnos unidas por este encuentro es evidente: abrazos, fotos, firma de libros y reconocimientos. Toda una algarabía, un apapacho sororo. La tragedia de ser mujer en nuestro país se transfigura en impulso, en una batalla que no se deja tirada. Su ejemplo de vida y sus palabras nos permiten empoderarnos a través de una tarde inolvidable. Es como si el oleaje violeta de las jacarandas nos hubiera abrazado. Ser mujer no parece entonces una condena. El futuro se esclarece en forma de esperanza. Y entonces: ¡Ahora que estamos juntas, ahora que sí nos ven! ¡Abajo el patriarcado, se va a caer, se va a caer!
Redacción
[Marshiari Medina] (https://www.instagram.com/moncherry_cherry/)
Editora de Stay Curious Club, es madre a tiempo completo, directora de la iniciativa socioambiental Proyecto Tropósfera, escritora y collagista, además estudia la carrera de Humanidades y Narrativas Multimedia. Aficionada al chocolate, vive en una geometría cósmica hecha de mundos gobernados por lógicas pop no-euclidianas.
Edición
[Cristina Cruz] (https://www.linkedin.com/in/cristina-cr/)
Diseñadora, escritora y colaboradora en medios y proyectos especializados de arquitectura y diseño. Dirige el proyecto autogestivo Umanas, encuentros afectivos sobre el VPH. También es docente en la carrera de Comunicación Visual en CENTRO y colabora con la plataforma internacional Kultura Con.