“¡Yo marcho por mi madre, mis amigas, mis primas, mis sobrinas y por todas las mujeres que no pueden marchar hoy!”

Una cantidad exorbitante de mujeres pasaban frente a mi mientras yo gritaba estas palabras por el megáfono. Una sensación de dolor y empatía me inundaba el cuerpo cada vez que una de ellas se acercaba a nosotras para compartir su experiencia, y sus razones para marchar por ella y por otras. Al mismo tiempo, me llenaba de más fuerza, de más voz.

Cuando llegué al punto de reunión de Stay Curious Club, las chicas ya estaban instaladas, apoyando e invitando a las mujeres a participar en nuestra actividad. En este momento, se me extendió la oportunidad de atraer la atención de casi 180 mil mujeres que pasaban a nuestro lado para que se acercaran a ver lo que habíamos preparado. Este año, para la conmemoración del 8M, Stay Curious Club realizó un tablero de visibilidad, en el cual se reflejaron datos oficiales y las razones principales de por qué las mujeres sentimos injusticia hacia nuestro género. Esta disparidad en oportunidades que nos hace unirnos, año con año, me permitió ser voz para invitar a todas las mujeres que marchaban para acercarse, expresarse y sentirse acompañadas.

El tablero estaba lleno de información importante. Quizá la mayoría no sabe estas cifras, pero cuando comencé a gritar por el megáfono que "7 de cada 10 mujeres sufre de violencia y que solo el 13% de los puestos de liderazgo son ocupados por mujeres", parecía que para ellas algo de esto les sonaba familiar, algo de esta información pasaba en su vida diaria o le pasaba a alguien que conocían.

Tablero de Visibilidad: 8M2024 , una instalación creativa con datos oficiales para responder a "¿Por qué marchamos?". Foto por @Txstlt 2024.

Cada uno de los tableros te invitaba a sentirte acompañada: "Amiga, no eres la única que por ser mujer no te dieron la oportunidad de recibir educación". "No eres la única que por ser mujer y que tu familia haya decidido que era mejor te quedaras en casa a cuidar a tus hermanos o a tus padres para que tu hermano fuera a la escuela". "No eres la única mujer a la que no le han dado el ascenso laboral que te merecías porque querías ser madre y eso “pone en riesgo” tu puesto". "No eres la única a la que no le creyeron cuando levantaste la voz y acusaste a aquél que te hizo daño".

Seguramente, esa información hoy en día está en los smarthphones de muchas mujeres que se acercaban, leían, señalaban y les contaban a sus amigas que se identificaban con esos datos, que eso mismo habían sufrido, y tomaban una foto para reafirmar, para compartir o simplemente para darse valor a ellas mismas.

Este mismo tablero les invitaba a contar su experiencia. En el momento, compartíamos estampas que cualquier chica podría pegar en alguno de los carteles que enunciaban las injusticias que teníamos en exposición. Algunas ponían una estampa en la violencia, otras en la de educación, pero lo que más me llegó al corazón fue aquella estampa que llegó a la sección estadística de violencia de un familiar. Ver como una chica se arrodillaba para poner su estampa a un lado de la palabra “primo” me golpeó en el alma. Me dieron ganas de abrazarla, de decirle que todo estaría bien, que ella era valiente.

Yo seguía gritando “acércate y verás que no estás sola”, y por un momento, me distrajo un jalón en mi playera era una niña de no más de 12 años que me pidió poder decir algo por el megáfono. Con todo gusto le di el micrófono y ella dijo: “ninguna mujer, niña o mamá debe de sufrir. Ya dejen de hacernos daño por favor”. Así gritaba la pequeña mientras soltaba el megáfono y se ponía a llorar. ¿Qué debió de haber presenciado esta niña para poder sentir con tanto dolor esas palabras? ¿Esta normalizado en nuestro país que una niña de 12 años piense como ella? ¿Con cuanto miedo crecí yo para darme cuenta de que a mis 12 años yo no estaba luchando como ella, sino que yo me estaba “cuidando” de que no me hicieran daño por salir en shorts a la calle? Estas preguntas pasaron por mi mente mientras la abrazaba y le decía que era muy valiente. Al final, la dejé ir a los brazos de su madre.

Momento vulnerable, de amor y empatía durante la Marcha del 08 de Marzo en CDMX. Foto por @Txstlt 2024.

Mientras, muchas otras mujeres se detenían en su camino para poder acercarse y escribir la razón de su marcha en una manta que teníamos extendida. Rápidamente, vi cómo se llenó nuestra manta. Cada chica, al terminar de escribir, se paraba, soltaba el plumón y se dirigía con lágrimas en los ojos a su círculo de confianza donde tres o cuatro chicas más abrazaban a la valiente que por fin pudo decirlo, escribirlo y gritarlo ese día. Esa manta se llenó tanto que otras chicas nos regalaron cartulinas para darle más espacio de expresión a quien lo necesitara. Yo solo veía como tardábamos más en poner la cartulina en el suelo a que más mujeres se acercaran y la llenaran con sus palabras.

La marcha del 8M de este año fue diferente para mí. Caí en cuenta que allá afuera de mi círculo hay más mujeres que necesitan ser escuchadas, abrazadas, validadas. Allá afuera hay más mujeres que les duele en silencio y están con miedo. Allá afuera hay más de una mujer que en su trabajo no la dejaron salir o tomar el día para poder marchar, pero que nos vieron desde sus ventanas, desde sus celulares sonriendo y sabiendo que esta es una lucha constante y que lo estamos haciendo por ellas también.

Las mujeres llevamos siglos salvándonos unas a otras, ayudándonos, protegiéndonos y luchando en lo público, en lo privado, en lo clandestino, en lo individual y en lo colectivo. Estamos cuando a otras mujeres la sociedad, el estado o sus familias les han abandonado. Gritamos y lloramos por mujeres que no conocemos, y otras gritan y lloran por nosotras.

Este 8M acompañamos a más de 180 mil guerreras en la capital del país, y no exagero cuando les digo que la energía que despide escuchar los cánticos, los gritos y el llanto es una sensación de fuerza. Este 8M con Stay Curious Club reafirmamos nuestra lucha, una que no sabemos bien cuando acabará pero que nunca más se hará en silencio.

 

Redacción

Sugeith Santos
Actuaria especializada en Reaseguro. Le gusta ver el mundo a través de la poesía con interés en impacto social y movimiento LGBT.
Fiel creyente de que las cosas pasan por algo y que la empatía es la llave a ser un mejor ser humano todos los días.

Edición

Marshiari Medina
Editora de Stay Curious Club, es madre a tiempo completo, directora de la iniciativa socioambiental Proyecto Tropósfera, escritora y collagista, además estudia la carrera de Humanidades y Narrativas multimedia. Aficionada al chocolate, vive en una geometría cósmica hecha de mundos gobernados por lógicas pop no-euclidianas.

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